A los poetas de antes
les pedían, generalmente, un acróstico.
Sólo que ahora,
cuando el rencor es la única palabra
que sé pronunciar,
¿con qué enrevesada caligrafía
(letra palmer, ¿no?)
lograré transmitir el profundo desprecio
que hay en mí?
Aprieto los dientes, y sigo,
exento de todo romanticismo:
mi tarea consiste
en redactar notas necrológicas
dos o tres veces al año.
A quien se debate, también,
entre el abandono y la lástima:
tal podría ser la grandilocuente dedicatoria,
y luego los prolijos catorce versos,
llenos de almíbar.
Qué decirte
que no te hubieran dicho ya,
la muchacha de la casa, la tía solterona:
resignación y experiencia.
A los libros, quítales el polvo;
ordena el closet, y consigue aquellas matas
que siempre has querido para el balcón del
apartamento.
(La tragedia consérvala en secreto).
Volver a Juan Gustavo Cobo Borda
espero que me aprese de improviso
que no me mande ningún aviso
no voy a dejar en ningún momento de ser quien soy
He visto de cerca la muerte que pasó de refilón
quedé sumido en un profundo sueño sin imágenes
me dejó como espectador mudo en los márgenes
y volví para contaros como fue esa extraña transición
Como digo estar vivo es cuestión de suerte
de apagar la radio y oír el viento
y meterte en el lecho pensando en el nuevo día
No debe gobernarnos la caprichosa muerte
prefiero escuchar un suspiro a un lamento
y disfrutar de los momentos de esta vida mía
el calor del sol, cantos de sirenas en cada ola del embravecido mar, amigo, busca el horizonte naciente que junto a él cada día renacerás.
Tiene fuerza tu poesía, te felicito.
Alfonso
Me gustó.
Rafael.-
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