Poemas de Julia Prilutzky
- Cómo decir de pronto...
- Cómo decir, amor, en qué momento
- Dame tu brazo, amor, y caminemos,
- Está bien. Seré dulce.
- Este miedo de ti, de mí... de todo,
- Este sabor de lágrimas (15)
- Este sabor de lágrimas (26)
- Este sabor de lágrimas (29)
- Este sabor de lágrimas (32)
- Este sabor de lágrimas (33)
- Este sabor de lágrimas (35)
- Este sabor de lágrimas (36)
- Este sabor de lágrimas (37)
- Lluvia
- No amarse ahora, pero haber amado
- Quiero estar en tu sueño.
- Quiero llevar tu sello
- Quiero un amor de todos los instantes.
- Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo
- Tú duermes, ya lo sé.
- Un día te querré...
- Voy hacia ti como una rosa viva
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Julia Prilutzky:
Este miedo de ti, de mí... de todo,
Este miedo de ti, de mí... de todo,
miedo de lo sabido y lo entrevisto,
temor a lo esperado y lo imprevisto,
congoja ante la nube y ante el lodo.
Déjame estar. Así. ¿No te incomodo?...
Abajo ya es la noche, y hoy has visto
cómo acerca el temor: aún me resisto
pero me lleva a ti de extraño modo.
Déjate estar. No luches: está escrito.
Desde lejos nos llega, como un grito
o como un lerdo vértigo rugiente.
Me darás lo más dulce y más amargo:
una breve alegría, un llanto largo...
sé que voy al dolor. Inútilmente.
Quiero un amor de todos los instantes.
Quiero un amor de todos los instantes,
aunque no sea un amor para la vida;
quiero un amor con la ansiedad del antes
para después del ansia desmedida.
Quiero la fe de todos los amantes
en este solo amor, ver contenida:
tumulto de horizontes trashumantes
y luego, claridad de agua dormida.
Quiero un amor transfigurado en fuente
de todo florecer: fruto y simiente;
a tal único amor, mi amor sentencio:
aquél de la impaciencia y el latido
y la fiebre y el grito y el gemido
y el difícil momento del silencio.
Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo
Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo
quise salvar mi amor, tu amor. El nuestro.
Una vez será tarde.
Yo presiento
esa herida que avanza,
ese cierto dolor de no querernos.
Cómo decirte ahora:
mírame aún, así, trata de verme
como soy, duramente.
Con mi ternura. Claro, y mis tormentas.
Cómo decirte: sálvalo, si quieres
y cuídalo. Se te ha ido de las manos,
se me va de la sangre y no regresa.
Cómo decirte que te quiero menos
y que quiero quererte como entonces.
Y que entiendas
y no te encierres más.
Y me dejes creer en ti, de nuevo.
Cómo decirte nada.
Un día será tarde. Tarde y lejos.
Cómo decir de pronto...
Cómo decir de pronto:
tómame entre las manos,
no me dejes caer. Te necesito:
Acepta este milagro.
Tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprender a ser felices,
a no extrañarnos
de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender a no temernos
y a no asustarnos
y a estar seguros.
Y a no causarnos daño.
Dame tu brazo, amor, y caminemos,
Dame tu brazo, amor, y caminemos,
dame tu mano y sírveme de guía.
Ya no quiero saber si es noche o día:
mis ojos están ciegos. Avancemos.
Dame tu estar, amor, en los extremos,
tu presencia y tu infiel sabiduría:
por los caminos de la sangre mía
ya no sé si es que vamos o volvemos.
Y no me digas nada. No es preciso.
Deja que vuelva al pórtico indeciso
desde donde no escucho ni presencio:
Todo fue dicho ya, tan a menudo,
que ahora tengo miedo, amor, y dudo
de aquello que está al borde del silencio.
Este sabor de lágrimas (15)
Gris y más gris. No estás, y yo estoy triste
De una tristeza apenas explicable
Con palabras, y de una imperturbable
Soledad, que por ti nace y existe.
Siempre de gris, mi corazón se viste:
Polvo y humo, ceniza abominable
Y la envolvente bruma irrenunciable
Que estaba ayer. Y hoy. Y que persiste.
Gris a mí alrededor. Contra mi mano
La nube espesa se va abriendo en vano
Porque el fuego que soy, no está encendido
Y hay niebla en lo que miro y lo que toco.
Ah, yo no sé... Tal vez te odio un poco
Porque está gris y llueve y no has venido.