Estiro los cielos,
amarro los momentos,
juego con fantasmas
muy queridos;
en definitiva,
vivo tan lejos
de esta diagonal...
Lo más triste es que no puedo
contarle mis cuitas
al vecino de mesa,
él se empecina
en mirar a otro lado,
en aferrarse a ese pocillo
como si fuera
el eje fundamental
de su existencia.
Amigos,
hermanas,
madre,
quiero contarles
que aquí en Neuquén
los eucaliptos del boulevard
veinticinco de mayo
lloran conmigo
muchas lágrimas verdes,
ellos tienen raíces,
yo, huérfano de tierra
camino.
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