Poemas de Justo Braga
- Al final del día
- Belisa
- El horizonte
- El pistolero
- El refugio
- El tirano
- Escaparates
- Los gimnastas
- Los poetas
- Los que tienen suerte
- Mi calle
- Nada
- Poeta
- Primera carta a Fabián
- Segunda carta a Fabián
- Tesalina
- Tus entrañas
- Yo mismo
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Justo Braga:
Tus entrañas
Bulle en mis entrañas un suceso reciente.
Debe de ser Eloísa cultivando su conciencia.
De vez en cuando recuerdo las marismas,
el agua salada,
el sol quemándome la espalda.
Eloísa está leyendo,
tumbada en la arena,
ya digo,
cultivando su conciencia.
Boca arriba.
Las piernas abiertas.
Desnuda.
Sudorosa. Coqueta.
Enfrente hay un negro inmenso,
cabezón,
azorado.
Mira sus pechos ardientes.
No distingo muy bien si hay regocijo o bullicio
en su mirada.
No sé si lo que espera Eloisa es que la miren o la sueñen.
Debe de ser muy excitante
mirar a Eloísa cultivando sus entrañas.
El tirano
Levanta el hacha este tirano.
Esdrújulo, mandril y fiero.
Frunce el ceño
y como una rata,
se esconde antes de ir al matadero.
Con saña y arte de carnicero
asesina al alba,
a quien llama Rosa triste-vuelo.
A quien despierta a deshora ,
atruena y mata.
Este orangután despechado
lleva por armamento sus garras,
se inspira en el terror
y no se asusta por nada.
Hunde su diabólica energía
como si de un escarabajo se tratara.
Luego se acojona.
Yo mismo
Ese tipo pálido y febril
Que estoy mirando
Soy yo.
Yo mismo que me miro
De un modo impertinente.
Yo mismo
vestido de primera comunión,
Feliz como unas pascuas.
Con un poco de suerte,
ese infante de la foto
se meará en cualquier momento,
si nadie se lo impide.
Es posible que después
de enamorarse varias veces
descubra el modo extravagante del deseo.
Escaparates
Me gusta cuando sales de paseo
a ver escaparates simplemente-
y te fijas en detalles inocentes
que nadie ha visto: esas medias
rojas llenas de arabescos, esos
guantes de lana tejidos con mis huesos.
Me gusta cuando explotas de alegría
-¡y yo sin entenderte!-
Mi calle
Vivo en una calle
con nombre de Académico
mundano,
pero fino.
Arriba,
en la azotea,
anidan todavía
sus versos
que jamás he leído.
El horizonte
¿Recuerdas la playa de Poniente?.
Tú, distante de mis ojos, contemplabas
los músculos atroces de aquel negro.
Esperabas expectante
la caída de la tarde.
Absorta, mirabas, las olas de la playa de Poniente.
El negro, en la distancia, contemplaba a otras bañistas.
Eran sirenas varadas en la arena negra de occidente.
Hay gaviotas por todas partes.
Están al acecho , vigilantes.
Dominan con los ojos todo el horizonte.
Tienen las pupilas enormes, las garras imponentes.
El negro de la playa de Poniente
pone sus negras manos sobre el pecho dulce de una ninfa a punto de ahogarse.
Se estremecen las gaviotas desde el aire
que ven cómo el negro arrebata su presa.
Chillan.
Se desespera el resto de bañistas que quieren
también ahogarse en la playa de Poniente.