Leopoldo María Panero

Leopoldo María Panero fue un poeta oriundo de España, nacido en Madrid en el año 1948 y fallecido en el año 2014 en Las Palmas de Gran Canaria. En su familia no ha sido el único en interesarse por la poesía; su padre, quien falleció cuando Leopoldo tenía tan sólo catorce años, y su hermano también se dedicaron a la lírica. Como otros artistas e intelectuales españoles que debieron sufrir el mandato de Franco, se manifestó expresamente en su contra, lo cual le trajo muchos problemas, tales como el encarcelamiento. Sin embargo, el dato que resalta de su vida personal es que por más de tres décadas, decidió vivir en la reclusión de los hospitales mentales, luego de repetidos ingresos en centros psiquiátricos que había enfrentado desde su juventud.
A pesar de llevar una vida que a simple vista puede resultar dura, Panero ha sabido capitalizar sus puntos fuertes y nunca ha dejado de escribir, produciendo obras de diversos géneros que le han valido premios y reconocimientos en más de una ocasión. De sus libros publicados destacan los poemarios "Por el camino de Swan" y "Last River Together", con su famoso poema "La canción del croupier del Mississipi", las obras en prosa "Dos relatos y una perversión" y "Papá, dame la mano que tengo miedo", y los ensayos "Mi cerebro es una rosa" y "Prueba de vida. Autobiografía de la muerte".

Poemas de Leopoldo María Panero

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Leopoldo María Panero:

EL CIRCO


Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

DIARIO DE UN SEDUCTOR


No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.

EL LOCO


He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.

BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS


Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.

HIMNO A SATAN


Sólo la nieve sabe
la grandeza del lobo
la grandeza de Satán
vencedor de la piedra desnuda
de la piedra desnuda que amenaza al hombre
y que invoca en vano a Satán
señor del verso, de ese agujero
en la página
por donde la realidad
cae como agua muerta.

DEDICATORIA


Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.