Por las riberas famosas
de las aguas de Jarama,
junto del mesmo lugar
que Tajo las acompaña,
alegre sale Belardo
a recibir justa paga
de tantos años de amor,
celos, temor y mudanza.
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
Vase a casar a su aldea
con Filis su enamorada,
que se la entrega su padre
después de tantas desgracias.
Contento lleva el villano,
por los ojos muestra el alma,
que al fin de tanta fortuna
promete el cielo bonanza.
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
No va como suele a pie,
ni lleva toscas abarcas,
de pieles de lobo muerto
tintas en sangre de vaca,
zapatos blancos picados,
media verde lagartada,
botones de vidrio y fuego,
porque se los dio su dama.
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
Va caballero brioso
en una yegua alazana,
la silla lleva de frisa,
y de hiladillo la franja,
sombrero nuevo de feria,
capa de capilla larga,
con un sayo verde escuro,
agironado de grana
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
Va amostrando en el vestido
las esperanzas del alma,
tan cerca ya de cumplirlas
como tardías y largas.
Guardadas lleva en el seno
de Filis todas las cartas,
que si son obligaciones
quiere pagar y borrallas.
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
Llegó Belardo a la villa
y de su suegro a la casa,
sale a tener el estribo
mientras de la yegua baja.
Filis, abiertos los brazos,
marido y señor le llama;
él, señora y dulce esposa;
besóla y ella lo abraza.
¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!
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Gracias.
Rafael.-
GRACIAS
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