Ya vengo con el voto y la cadena,
desengaño santísimo, a tu casa,
porque de la mayor coluna y basa
cuelgue de horror y de escarmiento llena.
Aquí la vela y la rompida entena
pondrá mi amor que el mar del mundo pasa,
y no con alma ingrata y mano escasa,
la nueva imagen de mi antigua pena.
Pero aguárdame un poco, desengaño,
que se me olvidan en la rota nave
ciertos papeles, prendas y despojos.
Mas no me aguardes, que serás engaño,
que si Lucinda a lo que vuelvo sabe,
tendráme un siglo con sus dulces ojos.
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