Seamos soberbios,
insolentes
¡ahora!
Seamos impacientes
intransigentes,
intolerantes,
¡ahora!
En estos días
en que aun podemos
lanzarnos hacia el futuro
sin pesados lastres en los tobillos
sin vientres demasiado abombados,
o la pátina de oro sobre las pestañas,
pues sólo el que no respeta la realidad
puede cambiarla.
La realidad es como un vieja prostituta,
a la hay que conocer y pagar su precio
pero tenerla por lo que es,
y desecharla cuando llegue el momento,
o reconstruirla y hacerla princesa con la imaginación
y hasta quizás ¡milagro!, hacerla princesa de veras.
Este es el tiempo de ser osados.
Después de cierta edad,
todo se vuelve pornográfico.
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