Quería preguntarte
si existen túneles entre las estrellas
si en tu noche total hay lapsos que engullen los relámpagos
si ves tábanos de luz.
Quería decirte que amanece
aunque te has ido
y que el asta violeta de Amaltea
hiere mi lengua embadurnándola
de mosto, sal caliente, hambre de dos.
Quería preguntarte, sobre todo,
si te alcanzó el diluvio de las piedras
el caos febril, la despedida,
la locura de Pound que ambos supimos era falsa.
Quería saber si tus oídos
abren su vuelo ante la curvatura del espacio
si alguna música te llega (Bach mas que nada)
si te perturba el anillamiento de las aves.
Quería preguntarte tantas cosas.
Si sabes que el amor imita tus delirios
trastorna el orden de la vida, sus deleites
y en vano enciende cábalas y pozos y simientes.
Quería, finalmente, preguntarte
como haces
para que siempre seduzcan verbo y poesía
si desde donde ahora en libertad padeces
ves como se desliza tu barro incandescente
por las cálidas combas de mis manos.
Volver a Lourdes Gil