para Ana Maria Mendieta
No estaba sola.
Llegó con un millar de niñas en bandadas
que quisieron volar por sobre el suelo ajeno
creyendo la ausencia permanente.
Y quien podrá culparlas, niñas rotas,
si nadie supo cual era la cuerda
el sostén de cada marioneta en el retablo,
la que en el día aciago hacia lo incierto
quedaba desatada.
Millares de niñas
Colegialas de uniformes blancos
hoy detendrán su giro enloquecido.
(Poema proporcioando por la autora)
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