Aunque la gran verdad se llama arcilla, greda.
Aunque ligeros guijarros presagian
de la abisal noche el secreto
el azar del molinete de los días
valga tal vez por lo del juego.
Porque toda la sorpresa cabe
en el invento armado por un niño.
Cornucopia vertida desde un sin comienzo
confuso en la lejanía de la sed
lúdica de la esperanza y del apego.
Son sus nombres curiosidad, ansias, anhelos.
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