Nace en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902. Es hijo de un militar de carácter inflexible, que lo convierte pronto en su heredero, al morir durante la juventud del futuro poeta. Estudia Derecho en la Universidad de Sevilla, donde se contacta con Pedro Salinas, uno de sus docentes.
Al poeta y editor Manuel Altolaguirre, lo conoce en un viaje a Málaga, y en 1920, entra en contacto con los que serían los miembros de la Generación del 27, al mudarse a Madrid.
Si bien sigue la tradición romántica, es un rebelde solitario, que lucha con las imposiciones sociales de su época, contraponiendo constantemente realidad y deseo y el mundo burgués al natural, representando éste la expresión libre de los sentimientos, reprimidos por el mundo burgués.
En 1927, publica sus primeras poesías "Perfil de aire", puras y elegantes. En 1928, "Égloga, elegía, oda", en estilo clásico y romántico.
Reconoce su condición de homosexual, lo que le vale severas críticas de la sociedad de su época. Sin embargo, a su amor no correspondido, Serafín le dedica los libros: "Donde habite el olvido", (1934), un libro neorromántico, con gran influencia de Bécquer, donde revela angustiosamente su frustración por un amor no correspondido. "Placeres prohibidos", se escribe en defensa abierta a la homosexualidad y de carácter surrealista.
Transcurre un año trabajando como lector de español en la Universidad de Toulouse, y participa con optimismo, de la instauración de la República, esperanzado en lograr que su patria sea un lugar digno, tolerante y equitativo.
En 1936, publica "La realidad y el deseo", en momentos en que estalla la Guerra Civil, y participa durante el desarrollo del conflicto bélico, del II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia.
En 1938 da unas conferencias en Inglaterra, iniciando un exilio por Inglaterra, Escocia y México, no regresando ya jamás a su España natal. A la Guerra Civil le dedica "Las nubes" (1940).
El drama se incluye en sus monólogos en "La adoración de los magos", publicando luego "Como quien espera el alba" (1947) y "Ocnos". Paulatinamente va renunciando en sus obras a toda ornamentación, a favor de un estilo simple, directo y duro, que alcanza su máxima expresión en "Desolación de la Quimera".
Es en México donde le sorprende un nuevo amor, al que le dedica "Poemas para un cuerpo", donde aparece ese sentimiento como experiencia feliz.
También la muerte, lo espera en ese terruño, poniendo fin a su existencia el 5 de noviembre de 1963.
En 1985 su única obra de teatro "La familia interrumpida", llega a poder del público.