El agua pide orillas donde apoyar la frente,
la noche busca sueños para entrar en las casas,
la luz se hace murmullo
y los países juegan a las cartas.
Juegan
como el silencio con sus ruidos
para pensar que existen en un orden certero.
Como los rayos de la luna,
porque cantan su número y se van deshaciendo.
Juegan como los dioses sin castigo,
suplican el color de una bandera
y la sombra de un himno.
Necesitados de soberanía,
los desnudos no son papel de plata.
Ya no hay sombras detrás de los abrazos
y los países juegan a las cartas.
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