¡Ay! soledad amarga y enojosa,
cansada de mi ausente y dulce amado,
dardo eres en el alma atravesado,
dolencia penosísima y furiosa.
Prueba de amor terrible y rigurosa,
y cifra del pesar más apurado,
cuidado que no sufre otro cuidado,
tormento intolerable y sed ansiosa.
Fragua, que en vivo fuego me convierte,
de los soplos de amor tan avivada,
que aviva mi dolor hasta la muerte.
bravo mar, en el cual mi alma engolfada
con tormenta camina dura y fuerte
hasta el puerto y ribera deseada.
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