Escribiré con sangre este momento
en que nieva en los montes del ocaso,
y escarcha en las laderas del fracaso,
con blancor helador y ceniciento.
Escribiré con sangre el nacimiento
de aquella incierta flor del por si acaso,
de vivir tan efímero y escaso
que sólo dejó pena y sufrimiento.
¡Cuánta lágrima inútil y desnuda
se vierte en el papel que no está escrito!
¡Cuánto gemir que el transcurrir no muda!.
Por eso, si la sangre fuese grito,
dijera con la voz del que no duda:
¡Amar fue mi condena y mi delito!
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Suave, directo y melancólico.
Un resumen del ocaso de la vida y con bellas metáforas que la testifican.
Saludes.
José Luis Agurto
gracias
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