La mano izquierda en el pecho izquierdo

Marco Antonio Valencia Calle

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El hombre que te ama puedo ser yo mismo en otro cuerpo y cuando mi cuerpo te ama puede ser ese otro hombre en mi yo que te desnuda y te besa y se inclina hasta tu alma y lame de tu intimidad como si fueras un ser sagrado y puro al que se tiene que venerar porque eres única y fiel. Nada se sabe en la penumbra, en esta ceguera, en éste corazón revuelto, en esta noche en la que duermes a mi lado y sonríes inocente y complacida por tus oníricas pasiones después de regresar de una tarde perdida argumentando haber estado por ahí, en el centro comercial, buscándome un regalo.

El espejo aplaude la ignorancia, pero la duda es un punzón asesino de sonrisas, de afectos y del placer de dormir.

Esta noche como otras noches muerdo mis labios y me quedo quieto esperando la luz de la mañana y sus verdades, pero el espejo me aconseja seguir jugando al milagro de la ignorancia, porque con el corazón en la mano quiero creer que todo es mentira y no soy el asesino de tus pasiones secretas.

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