La luna reluce en espejos de agua.
De ingenuo esplendor su grácil figura.
De plata es la media faz que fulgura.
Sutil navega en su eterna piragua.
El sol aflora en carroza leonina
Y de oro pinta la beldad oscura
La noche de irse no lleva premura.
La luna mana su luz mortecina.
Mil trozos de prisma en cien mil guedejas
Agobian, fluido de plata, el paisaje.
La bruma la envuelve y ella se aleja.
Un pobre está quieto y quedo murmura:
Si Dios no me amara ¿Haría que encaje
Mi esencia en medio de tanta hermosura?.
Volver a María Cristina Azcona
te cuento muy bonito el poema no se por que pero me acorde del poema quejas
Rafael Mérida.
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