Señor que sin desprecio me miraste
El día que encontré una cruz de acero,
A Ti no te repugna un cartonero
Si hasta a los pecadores Tú salvaste.
Jesús, te juraría que me hablaste
Y no me digas que no soy sincero.
De mi pobreza nunca te burlaste.
Sólo dijiste bajo Yo te quiero.
Que a tu Santa María Madre quiero
Que le encargues para mí un recado.
Que si de pronto sin querer me muero
Después de por ahí... haber pecado,
En la gran puerta del infierno, espero...
Que nunca te separes de mi lado.
Volver a María Cristina Azcona