The summer demands and takes away too much,
But night, the reserved, the reticent, gives
more tran it takes.
John Ashbery
La noche habanera huele a nupcias, a líquenes.
La tierra húmeda se chupa los tacones
y hace chirriar las suelas.
Copa de índigo, el mar
invade el aire con sabor a semen,
arde en el sigilo de la brisa insular.
En la rampa la noche es la radiografía del deseo.
Viste a la mujer de transparencias,
enciende las pupilas de los hombres.
Echa candela por cada bocacalle
la noche serpentina
de El Vedado.
Por la noche La Víbora es de un negror tupido,
ese que sobrecoge de un portal a otro, el que propicia
las sorpresas,
los encuentros furtivos:
noche de cachumbambé
obnubilada por algún neón.
Cerca de la Muralla se escurre entre las grietas
ebria y sola, sobre la piedra gris y el claroscuro
de farol y penumbra,
la noche insomne de los marineros.
Deambula desde el puerto y vomita
un vaho de sal que sube por los muelles.
La noche alba de Regla difumina las casas, la lanchita.
Dos perroz hechizados copulan en la línea del tren.
Se oye un tambor. Las almas
de unos estibadores cuidan Los Aparatos
y por Patilarga vuelven
con los ojos en blanco.
De Guanabo es la noche verde de las ranas.
Esconde sus tesoros entre la hierba, en el escalofrío
de la arena, en los bares
extraños. Las cigarras, los grillos,
los mosquitos tampoco dejan dormir.
Noche azorada de la playa.
Costa ilimitada de la noche.
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