No os acongojéis por falta de comida
y menos todavía por lo que el cuerpo cubre,
ya que más que el comer vale la propia vida
y más aún el cuerpo que lo que lo recubre.
Mirad las azucenas, no hilan pero crecen
y nadie se ha ataviado como ellas hasta ahora;
si Dios así las viste y de nada adolecen,
qué no os dará a vosotros cuando llegue la hora.
Son las gentes del mundo las que corren en pos
de tantas de estas cosas que el mundo les procura,
mas sabe vuestro Padre lo que habéis menester.
Buscad primero entrar en el reino de Dios
para que a Su Presencia podáis comparecer
y todo lo demás tendréis de añadidura.
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