Juntas, bajo el cristal, amoroso capricho,
la Virgen de la Linda Vidriera de Colores,
atavío en azul sobre encarnado nicho,
como ascuas centelleantes los vivos resplandores;
Nefertiti, la reina, que muestra de perfil
tan alargado cuello -por fino, más esbelto-,
y que el rostro parece esculpido en marfil,
el cabello invisible en ceñidor envuelto.
Y a más, La Sirenita, esperando en la roca
los barcos que se acercan hasta el puerto danés.
Así la azul imagen, Nefertiti y su toca,
y el ser de sortilegio que aguarda en Copenhague,
alimentan la antorcha, para que no se apague,
ésa que en el espíritu arde con ellas tres.
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