Dame de esas ánforas que relincho.
¡Cuántos siglos esperé para succionarlas y ser vuelo,
navegar por el celo que soñé!
Que lo sepa el pavorreal,
que lo sepa el charco de sol.
Limones del más puro brillo al conocerte,
ahora magnéticas piedras lunares.
Testamentos ha escrito esta lengua,
viajes de la alcoba al delirio,
sedes he frenado en tu tórax.
Y quizá los amantes inventen nuevos toboganes,
locas lunas en qué caer fallecidos,
pero ante el cáncer de mamas
sólo mi voz al otro lado de la leche.
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