Qué de mí
si en mi cama se extiende
enrollada en mi cuello
absorta de delirios
con sus esmeraldas me mira.
No es el ungido escorpión
en el lecho entre horas,
no está. Se retuerce
me ataca con el flagelo
de su cola.
Escamosa va
repta, serpentea
fluctúa en serpentín
y en retroceso arremete
en azotaína con artilugios y añagaza.
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