Yo vivo para el crimen,
pero para el crimen de cada día,
el crimen sin porvenir.
Es por eso que paso y camino por esta ciudad
vegetante,
tercermundista
(Guatemala,
que es como una especie de Latinoamérica
de América Latina),
sin bellos poetas en las esquinas,
muy parecida a sí misma cada vez,
quizá porque no es una ciudad,
quizá es sólo la fosilización de un espacio.
Es muy fácil matar aquí
por ésas y otras razones,
matar digamos a los cacerberos ignorantes
y anónimos, tantos los hay,
cercenar las ubres inútiles por donde vagos
críos narcotizados itnentan alcanzar la noche,
sentarse a reír hasta que caigan los dientes.
La ciudad se ofrece para dos cosas:
la zootecnia, por un lado,
y por el otro el crimen inútil,
el crimen eficaz y perpetuado,
que debuta sin gala esta tarde,
como lo hizo ayer, una vez más.
Volver a Maurice Echeverría
un mal universal
segar una vida
por contrato oral
recibir unos pesos
que se esfumaran
carencia de sentimientos
de verdugos
que mas tarde
su delito por siempre pagaràn ...
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