El aire se alistó de marinero
con boina de muchacho vagabundo,
un barco lo condujo por el mundo
soplándole el blancor de su velero.
El aire se cansó de aventurero
y quiso conocer el mar fecundo,
un buzo le enseño de lo profundo
corales encendidos al viajero.
El aire se compró boina dorada
y fue por los jardines de la infancia
soltando su frescura oxigenada.
El aire, del jugar hizo bandera,
un juego alimentado en la fragancia
del yodo y la campiña volandera.
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