La escena tan temida -finalmente- está teniendo lugar. Allí, siempre, del otro lado. No hay justicia poética. ¿Quién narra, si la hay? ¿O era éste el deseo? La expectativa ¿de qué audiencia? El soñador que sueña la pesadilla ¿qué se desea? Si toda la Comedia es sólo el andamiaje del carro de Beatrice, si el imperio de Adriano no es más que la medida del solipsismo suicida de un esclavo ¿será el desasosiego la vara que mide la liberación? ¿el sueño la medida de la luz que se hace al despertar? Descubrir que aquello que en la trama era el lugar de la sospecha, no era más que el recurso -el más flagrante- puesto allí para ocultar el resto del absurdo.
La escena tan temida sigue teniendo lugar. Irremisiblemente.
Tener miedo y saber, soñar y despertar no son actos puntuales.
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