a Adelina del Carril de Güiraldes
Siento la pampa sola,
sus ojos más lejanos vencidos por el viento,
cuando el cereal se hunde como lunas
pujantes de belleza.
La pampa es diferente a todo otro planeta.
Mirad sus aguas. Caen calladamente,
su verde espacio inundan, solitarias, con lagunas de sueño.
Dejadme ver su aliento sumiéndose en los pechos,
sus colores de amante,
su lejano suspiro,
su deseo:
ese fulgor caído en su grandeza.
Quiero su luz para cavar guitarras,
sus potros desbordados como llamas quiero
y el árbol donde busca su lamento.
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