Evocación de Silves (Poema arabigoandaluz)

Mutamid de Sevilla (rey)*

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 Ea, Abu Bakr, saluda mis lares en Silves y pregúntales si, como
pienso, aún se acuerdan de mí.
 Saluda al Palacio de las Barandas, de parte de un doncel que
siente perpetua nostalgia de aquel alcázar.
 Allí moraban guerreros como leones y blancas gacelas, y
¡en qué bellas selvas y en qué bellos cubiles!
¡Cuántas noches pasé divirtiéndome a su sombra con mujeres
de caderas opulentas y talle extenuado:
 blancas y morenas que hacían en mi alma el efecto de las
espadas refulgentes y las lanzas oscuras!
¡Cuántas noches pasé deliciosamente junto a un recodo del río
con una doncella cuya pulsera emulaba la curva de la corriente!
 Se pasaba el tiempo escanciándome el vino de su mirada, y
otras veces, el de su vaso, y otras, el de su boca.
 Las cuerdas de su laúd heridas por el plectro me estremecían,
como si oyese la melodía de las espadas en los tendones del cuello enemigo.
 Al quitarse el manto, descubría su talle, floreciente rama de
sauce, como se abre el capullo para mostrar la flor.

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