Verano 1985
Sola y bella entre el oro de la seda y los frescos descoloridos,
lenta te veo bajar escaleras solemnes,
las piedras altaneras, las mescolanzas de esta arquitectura
insatisfecha y pretenciosa.
El parque, el río, los sauces,
junto a ti todo y descontento aun hoy
y todavía circulan sin
reposo tus suspiros, tu tedio.
Malcontenta de amor,
¿te defraudaba siempre?
¿Quizá de esclavitud, de injusticia e intrigas?
Quién se ocupó de saberlo.
Fastidio de los rojos de Tiziano,
te dolía el poniente.
Todavía lucha en Brenta por llevarse ese descontento
y compadecen las estrellas vénetas
este lugar todas las noches.
Pero al menos fuiste capaz de dejarle tu huella.
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