Que quede grabado en mí,
que todo el momento exacto
con su plenitud perfecta
quede en mi interior vibrando...
Que nada se pierda de él,
que no tenga que encontrarlo,
pobre limosna, en el sueño,
con su perfil deformado.
Que todo el ser, blanda cera,
guarde su latido exacto,
pájaro vivo en la malla
de la voluntad apresado,
que toda el alma esté alerta
y mi cuerpo esté afilando
sus mil memorias pequeñas
dispuestas a recordarlo.
Esta voz, que no es mi voz,
con la que hablo y me río,
que habrá de seguir en mí
y habrá de acabar conmigo,
esta voz, que no es mi voz,
que está robándole el sitio
a esa voz que yo me sé
cantando sonidos vivos...
Esta voz, que no es mi voz,
¿habrá de acabar conmigo
sin que la otra voz, mi voz,
pueda surgir de su olvido?
Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.
Faltas de luz mis palabras
van anegándose en ritmo
con un jadear penoso
que sabe de su vacío
y el momento está esperando
no sé que matices tibios
que hagan ahondar mi palabra
por senderos de infinito...
Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.
Volver a Nuria Parés
La voz que no puede expresar
todo lo que desea
quiere y no es posible mencionar
la amorosa idea
del amor que debe reprimir.
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