Tú no sabes,
mi delicada bailarina,
el amargo sabor a luto
que tiene la tierra
donde mi corazón humea.
Si alguien toca a la puerta,
nunca sabes si es la vida
o la muerte
la que pide una limosna.
Si sales a la calle,
puede que nunca más
regresen los pasos
a cruzar el umbral
de la casa donde vives.
Si escribes un poema,
puede que mañana
te sirva de epitafio.
Si el día está hermoso
y ríes,
puede que la noche
te encuentre en una celda.
Si besas a la luna,
que acaricia tu hombro,
puede que un cuchillo
de sal
nazca de madrugada
en tus pupilas.
Amargo sabor a luto
tiene la tierra donde vivo,
mi dulce bailarina.
Sabes,
creo
que he retornado
a mi país
tan solo para morir.
Y en verdad,
no lo comprendo todavía.
Volver a Otto Rene Castillo
la muerte puede llegar en cualquier momento
de un hilo pende la vida del guerrero
sus ideales le llevan a la muerte,
su poesía fue su epitafio
Rafael.
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