La niebla es los caballos cuando respiran:
de sus ardientes pechos sube a sus bocas,
como una nube blanca se eleva y gira
por los cortados picos, sobre las rocas.
El sol es los caballos cuando te miran,
el sol son los caballos cuando los tocas
después de ese galope en que traspiran
y relucen y brillan como las focas.
El viento es esas crines cuando se mecen,
la tempestad sus belfos cuando resoplan,
la vida sólo es vida cuando galopan.
Sólo es de noche cuando se desvanecen.
Volver a Pedro Jesús de la Peña