Vuelvo el rostro y veo
la dimensión del odio.
No he venido a decirte
que todo es tarde en mí.
He vuelto a tu crueldad,
a sucumbir junto a la
piedra.
Veo mis ruinas en tus ojos
hermosos todavía.
Veo tus manos
todavía perfectas
y emerjo
de las brumas violentas
del pasado
cada vez más
solo.
Vuelvo a contemplarme y todo es triste.
Todo:
mi soledad:
mi fuerza:
la montaña.
Te miro
en la mentira de mis sueños
y te arrojo a mis
abismos.
Si me llego a encontrar con aquel
que huye de mí
volveré a tu ternura
y empezaré a decir
lo que nunca
hubiera dicho.
Volver a Pedro Shimose