Oh AngélicAngélica
a dónde
me has conducido
en este caliente y voraz embrollo de amor.
Mírame. Pálpame.
Acaso en este moreno fideo que soy,
resbalando desnudo allí frente a la cama,
de tronco casi invisible y tambaleante,
reconoces al espumoso búfalo aquél
que
entró
un
día
astillando las puertas de tu vida?
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