¡Oh, Siddharta Gautama!, tú tenías razón:
las angustias nos vienen del deseo; el edén
consiste en no anhelar, en la renunciación
completa, irrevocable, de toda posesión;
quien no desea nada, dondequiera está bien.
El deseo es un vaso de infinita amargura,
un pulpo de tentáculos insaciables, que al par
que se cortan, renacen para nuestra tortura.
El deseo es el padre del esplín, de la hartura,
¡y hay en él más perfidias que en las olas del mar!
Quien bebe como el Cínico el agua con la mano,
quien de volver la espalda al dinero es capaz,
quien ama sobre todas las cosas al Arcano,
¡ése es el victorioso, el fuerte, el soberano...
y no hay paz comparable con su perenne paz!
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¿Ni un sólo comentario a esta maravilla?
Es difícil llegar e ese estado, pero en cierto sentido es cierto puesto que muchas de nuestras angustias, la ansiedad y el estress provienen del no sentirse capaz de hacer todo lo que 'se debe' hacer para lograr el 'bien' tan deseado.
excelente, perfecto el decir que quien no se afana del mundo es feliz, quien no busca en lo material la felicidad la encuentra en las cosas mas sencillas como respirar
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