Canciones llegaban desde lejos cuando mordí tus muslos
la vellosidad del durazno.
Y bebí en tus senos como un hijo malo.
Y besé tu boca y tus dientes de tigresa.
Y sorbí la bella muerte de tu copa.
Qué de nocturnidad y qué de delirio
cuando descendí campana.
Espejo mil astillas.
Sobre ti soy golpe de hacha. Soy suicidio.
Hijo malo. Vagabundo sin memoria.
Mujer para siempre y desde siempre mía.
Hoy vivo en tus ojos.
Allí resido desafiante con la locura azul de mis quince años.
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