Tenemos que quedar alguna tarde.
Hablar de aquellos años, cuando éramos
lo mejor de cualquier generación
que hubiera habido nunca en estas tierras.
Yo sigo igual. Lo mismo. Aunque los hijos
no me dejen vivir con esa vida
de noches locas. Yo no sé qué quieren.
Lo nuestro era otra cosa muy distinta.
Nosotros estábamos luchando
contra la dictadura, contra Franco.
Ya te digo, teníamos conciencia.
Libertad, obreros y estudiantes.
Tenemos que quedar algún día de estos.
Tomar algunas copas. Hablar de todo aquello.
Y la mujer, ya sabes, cada día
le gusta menos que llegue tarde a casa.
Yo ya no escribo apenas. Algún verso perdido.
Me dieron algún premio
de esos que te publican
200 ejemplares. A ver si te doy uno.
García, sí. Ése se vendió pronto.
Publica asiduamente. Y escribe en el Babelia.
Un gilipollas. Apenas ya le veo.
Los maricones ahora lo tienen de película.
Te llamo. Te lo juro. Dale un beso
a Concha. ¿No sigues con ella?
Ya me dirás qué tal
la nueva. Supongo que más joven.
Pillin. La vida, qué vas a decirme.
Quedamos cualquier tarde.
Y nada, que me alegro.
Qué tiempos, eh, qué tiempos. Yo te llamo.
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