NADA ASCIENDE La noche es una orquídea
ponzoñosa La música dormita
en su triste condición de humus
Sal de ti
me digo y el rencor de tanto espejo acumulado
hunde navajas cuerpo adentro en la retícula
más débil allí donde las voces nunca alcanzan
a regalarme un rostro
Nada irrumpe
Nadie
Un petardo se esfuma en mi saliva Giran
buitres minúsculos allende la garganta.
¿Por qué
inventar el centro del aullido en la piel nuestra?
¿A qué tanta emoción saberse llamarada
descendiendo a la sima del Leteo?
Aún rasguño
del hastío las primerizas cuerdas las arterias
de suyo recorridas y la misma pus inerme
roe mis labios
Nada asciende a este poema
de balbuceos atroces nada lima su faz
de vendavales
Sal de ti reincido
gimiendo en la penumbra
siento erguirse
la flema del silencio hacia mis ojos evaporar
sus líquidos ingenuos
las imágenes perdidas que aún emergen
donde Nadie
y su ejército de fango
desovan en mis cuencas
su enferma risotada
Me abandonan
ya sin ánima
que ascienda a este vagón del hambre
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