no me quejo de la minusvalía
con que tasaron a mi género
los vecinos del débil sexo fuerte
ni remedio
tampoco dejaré de ser por eso
pterodáctilo maternal
sobreviviendo los milenios
ciberferomona de pantalla
con regulador de llanto en el cabello
ni lavándome la cara me quitaría
el maquillaje de alma puesto
en la tristeza
porque es lanza dudosa y garra amaestrada
contra la burla del sexo cavernario
no me quejo
sé que mis venas contribuyeron
al calvario
II
me tocó recoger varas para el fuego
dormir rinocerontes sobre el pecho
llorar dentro del útero
fuera del útero y a causa
y grito
¡hijos de puta!
con ansias fugitivas de mi suerte
casi casi me tocaba ser nada
hoyo pequeño en el centro de mi cuerpo
ultrajado muchas veces
por el engaño
a falta de puños elocuentes
me hice con piedras de estoicismo
murallas de rango dinosaurio
convoqué a las hembras malheridas
aún a las caníbales
aún a las vendidas
y todas llegan siempre
a una hora u otra,
cargando los desechos de sus mentes
no me quejo
hemos creado un frente embravecido
azuzado por la infamia que se escribió
en nuestras historias
y ahora podemos dormir en nuestras cuevas
y mansiones
a pierna suelta
de pierna suelta
a amantar a nuestros críos
en la oficina
la alcoba
el taxi
a escoger limpio
entre hombre y macho
para pasar toda la vida
o unas noches
no ha cambiado mucho en la comarca
excepto lo que tenía que ser cambiado
para la supervivencia de la raza
ayarayarai
sigo siendo mujer
la esclava multicolor del mundo
la rajá de lo que queda de sí misma.
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