(para Enrique Santos Discépolo, mucho después)
Gran Cambalache, corazón, mirá
no mirés para atrás
ni pal costado,
el futuro ya no está
el porvenir de todos lo han hipotecado,
o por ahí quedó es un billete de muerta lotería.
Y el tiempo nuestro se nos va,
y ya se fue
como un gorrión en la neblina.
Mirá si es que podés,
mirá de a poco cada vez,
porque los ojos no quieren ser ya más
testigo fiel de la cureldad
que el mal humano humano inventa.
Y no mirés
si no querés
ver lo que hacen las princesas de hoy,
los presidentes de hoy,
los narcotraficantes de hoy,
los mercaderes de hoy,
los dictadores de hoy,
los banqueros de hoy,
los guerreros de hoy,
los mandamases de hoy,
que son los de antiayer
y los de ayer
y quizá los de mañana
Pero mañana es hoy,
así que no mirés
si no querés perder
los ojos y las esperanzas.
Gran Cambalache, corazón,
mirar sí para atrás
y pal costado:
eso decís
que yo tengo que hacer,
y qué hay con el pasado.
Pero mirá
no quiero ser
una estatua de sal,
ni quiero yo perder
los ojos
ni el tiempo de hoy
que ya se va
como un gorrión en la neblina.
Gran Cambalache, corazón,
el de Lautréamont,
deciseló
al mestizo que mezcló
venenos con piojos y paraguas.
Deciselá Disceplón
que estamos hoy así
desfuturizados y globalizados
en el dos mil.
Cómo serán para ellos dos
la nada y el vacío.
Deciseló contaseló
que aquí estaremos,
pero a cantar, eso sí
y eso que sí
y eso que no,
no le aflojés a la garganta.
Y el hambre de cantar
y de besar
no te la borran
ni la depresión
ni la religión
ni el ricachón
ni el militarón
ni la computación
ni el politicón
ni la televisión
ni la corrupción
ni el señor condón
ni ningún campeón
de cualquier porquería.
Gran Cambalache, sí
tu perro corazón,
y dale sin ladrar,
dale a cantar y a besar
y a pelear y a sudar
por tu amor, tu tango y tu comida.
Gran Cambalache, sí
y por qué no,
tu corazón, mi corazón, el corazón más total,
Gran Cambalache, sí ¿y por qué no?
México DF, abril
2000
Volver a Saúl Ibargoyen
Rafael.-
el querer esclavizar civilizadamente
al inocente, al humilde...
sin pensar cabalmente
que a todos al final, la muerte espera
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