Jesús, incomparable perdonador de injurias,
óyeme; Sembrador de trigo, dame el tierno
pan de tus hostias; dame, contra el sañudo infierno,
una gracia lustral de iras y lujurias.
Dime que este espantoso horror de la agonía
que me obsede, es no más de mi culpa nefanda,
que al morir hallaré la luz de un nuevo día
y que entonces oiré mi «¡Levántate y anda!»
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LA BUSQUEDA ESPIRITUAL.CONCIENCIA.DONDE VAMOS. MAS ALLA INFINITUD....ME GUSTO MUCHISIMO ESTE GRAN POEMA.
Tal consideración sobre todo,de ese momento, es extraordinario.
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