Podré por fin escapar del silencio
si acaso me permites merodear
los huecos en el espejismo.
Mi mano y mi voz están cansadas
de dibujar en vano los espacios
de saltar suicida las barandas
que me llevan más allá de tus ojos.
Leo tus palabras con un eco desconocido
imagino la voz de tu piel
como un antojo infinito
de abrigarme en tus poros adolescentes.
La habitación llora,
y el sol afuera se derrite impúdico.
Volver a Susana Reyes