Mis zapatos rotosos
hoy andan por la casa
explorando
una estela de su euforia.
En cada cosa
hay puntos vigilantes
y un olor a presencia
desgastada.
Yo sé que volverá
con dureza en las manos
y en los ojos,
un tributo de estrellas.
Buscará otras fronteras
donde agotar caminos.
Será más alto el eje
de su cuerpo fibroso.
Pero la nieve honda
ya habrá helado
las líneas taciturnas
de mi armazón que sangra.
Mi talle aún de pie,
velará macilento
las remotas antorchas.
Él no lo sabrá nunca.
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