¿Cómo he dilapidado tanto afán, amor mío?
¿Por qué tejí poemas en días ya lejanos
pudriendo de silencio mi voz? La insomne palia
de Penélope astuta cada vez me alejaba
más y más de lo único que importaba a mi vida.
Y cuando al fin llegaste arrasándolo todo,
verso de carne mío más hondo que el ensueño,
un himno de hermosura nos fundió para siempre
en la doble y perfecta mudez de la armonía.
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