¡Favor detente en la próxima estación! (Primera Parte)
Tú en mis brazos y en tus ojos el ardor de mis sentidos
El majestuoso tren corre aprisa buscando el valle de la vida.
No me dices nada. Yo tampoco hablo.
Aprendo de memoria tu cuerpo y de todo emerge un algo profundo.
En la ventana
miro volcanes, cafetales y cañales que cortan el horizonte.
Me besas como nunca alguien me ha besado antes.
Yo en tus brazos y en mis labios un si envuelto en llamas.
Me amas con un amor que brota agitado y fuerte.
Pasajero del tiempo de una vida mas plena ,
donde el corazón es el silbido de una locomotora en marcha.
Amor de brasas. ¡Cuántas cosas hermosas dice el hombre cuando ama!
¡Cómo sabe contar historias desmadejando palabras!
Así las noches en el tren.
Las mujeres reían de cuando en vez con sus risitas inquietas,
los hombres tomaban y charlaban.
Algunos ponían gestos sombríos
después de despedirse de sus mujeres en las estaciones.
Artistas, bohemios,
familias enteras, todos en un susurro de voces distantes.
***
Azota el viento de la mañana, ha terminado nuestro viaje.
Una pena oculta se derrama en lágrimas.
Te miro arropado entre las sábanas
mientras escapo de puntillas en silencio.
Bajo del tren con la esperanza de poder destrenzar tu recuerdo,
pero las estaciones y los trenes me quiebran como vidrio
y sólo vienen días tristes.
Amor de brasas, miro el cielo y lloro.
Hoy las estrellas me hablaron de tu nombre
y el silbido de las locomotoras lloraron por tu ausencia.
Te fuiste con la tarde una tarde cualquiera-
y tu recuerdo hoy naufraga y se prolonga,
se deshace en el humo y nace nuevamente eterno.
Has quedado grabado para siempre,
eternizado en un vuelo de pájaros primaverales.
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