Hoy no estoy
escapé de la hora mundial
y no tengo piel
me desalojé
y soy lo que voy nombrando
y voy en lo que va volando
y creo en lo que sigo mintiendo
Muro del aire y de las edades
no me detengas!
en un puñado llevo la sorpresa
de los huesos, el azar, la posibilidad
el cálculo, la suma, la puerta de una vida,
el riesgo, la sangre que más tarde
me edificará, de paso en el trigo.
Pero sigo transparente
y caigo en mi nombre
crucificado y estacionario
como una carta en el ojo
de la amada.
Soy el incongruente
el que no alcanza en su espejo
el que se evade de su racimo
y desde afuera lo ataca
y desde adentro lo niega.
¡Vámonos Alfonso -me digo-
en la mudanza sin término
con los bártulos del cielo
hasta la muerte secreta
donde mi mujer está
también naciendo
y por fin me acomodo
tomo sus pulsaciones,
incorporado al arco de sus senos
armado en la torre de sus muslos
levantado en la onda de su entrega
y cuando por fin la completo
sé que existo,
y ya no soy sino lo que ella ordena:
una mano que escribe
y otra que va borrando.
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