Poemas de Alfonso Calderón
- Buscaremos a los dioses
- Cuerpo o sonido
- De la resignación
- En busca del designio
- Eres el anochecer
- He visto
- Huida del cuerpo
- La muerte está en el olvido
- Moriré en el sur
- Mujer dormida
- No hay instantes solos
- Noche con alas
- Para no amar
- Plenitud de la tristeza
- Preparación para el olvido
- Presencia de unas lágrimas
- Primer consejo a los arcángeles del viento
- Ritornelo
- Soledad en el olvido
- Sueño de unas sombras
- Volumen del olvido
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Alfonso Calderón:
Sueno de unas sombras
Tú...
en las estrellas.
Yo...
en el agua.
Y así para nosotros
la noche entró a los caminos
como un buey de sombra.
Se aquietaron las voces azules
de los astros lejanos,
y en un temblor de labios
presentí el silencio.
.......... ....... .........
Al despertar
un jazmín de luz en tus palabras.
Nadie...
en las estrellas.
Nadie...
en el agua.
No hay instantes solos
La noche comprende esa música total
de la boca creciendo en el tiempo.
Por eso,
nunca estamos solos,
corazones ignorados,
porque siempre una estrella nace en círculos
deslizándose en la geometría de las manos,
y la noche nos ubica como la sangre perdida
que la pupila no entiende.Presencia de unas lagrimas
Qué presentido sol
o luna aparecida
dio con el océano de tus lágrimas.
No sé si eras una mariposa
o el límite de una estrella.
Eras tú misma...
Ave que truncó su melodía en este cielo
esculpido de sueños.
Acaso
eras una lágrima de nieve
o una rosa que se desnuda en el alba.
Acaso...Eres el anochecer
Allí donde comienza el silencio,
estás tú,
toda deseo, toda extensión
como hierba o álamo solo
que recoge el instante puro de unos sueños
en la triste, tan triste presencia de unas manos sin venas,
blancas y solitarias como el dolor,
blancas y pausadas como el olvido mismo.Morire en el sur
Háblame de tus venas
y la espuma amarillenta de las lágrimas.
Háblame del torrente salobre
que los dioses desdeñan.
Escucha la marcha de la muerte
en un silencio hermoso
como la delirante soledad de una tormenta.
Háblame de la estrella rota en la lluvia
y del espejo erguido en el murmullo
de un cuerpo sin melodía.
Escucha el eco prodigando labios
y el silbo del ramaje triste
en la lejana eternidad.
Háblame de las rosas viejas
y del mármol esculpido en fatiga de ángeles,
perdidos en la forma.
Después...
Escucha la humedad de unos siglos arrodillados
repitiendo mi muerte, allá en el Sur.Buscaremos a los dioses
Tú que sabes del tibio acento de las plumas
y del calor infinito escondido en la nieve
trata de penetrar en este vago porvenir de sueños
en prodigio de savia o rosa adolescente.
Recuerda que aún debajo del laurel
está la axila resplandeciente de un cuerpo lejano;
y encima del labio hay un sonido eterno
a muerte o esperanza calcinada.
Y recuerda finalmente que un día prometidos a la sombra
buscaremos juntos la comarca del silencio
y entraremos puros como pájaros sin límite
a contemplar la mirada altiva de los dioses.