La luz de la mañana no me hace bien.
Prefiero las penumbras de la noche y su silencio.
En ellas me encuentro alborotando sueños,
interiorizándome en los espíritus que me son ahora,
que me fueron antes.
Supremos espíritus que quedaron
y existen en mí para siempre.
El silencio de la noche remarca mi presente,
me lleva a mi pasado,
me sueña mi futuro.
La luz de la mañana me da la realidad,
la vida misma,
sin pasado, sin recuerdos,
sin dolores,
sin amores que duelan ni que ahoguen,
sin brazos que me abracen enamorados,
hastiados de placer,
desangrados amores,
eternos.
Pero me gusta el día;
en él , vivo mi presente,
amo a quienes amo,
tengo a quienes tengo.
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