Ana Buquet

Poemas de Ana Buquet

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Ana Buquet:

A veces


A veces,
cuando las luces se apagan
y se termina la música,
y se me obliga a quedarme sola
con mi enfermedad y mi mundo suspendido.
A veces,
tú entras silenciosamente
y dándome un beso
realizas el milagro
y me haces dormir en paz.

Ecos


Espinosos retumban los ecos del pasado.
Reiteran a sabiendas mi dolor.

Nutro fertilidades
para no agonizar masticando ahogos de tristeza,
y tomo mi escafandra:
este presente de vuelos y cánticos
de finos y coloridos pájaros.

Leves se disuelven las nostalgias pétreas,
quedándome sempiternos azules y oros.

Jamás permitiré que mis vísceras
vuelvan a los ocres y grises:
no se retroalimentarán en mi.

Mi hombre


para Eduardo, mi marido

sabes varón
rondarme
savia y piel
remozarme
con tus manos

viajando interiores
recorremos cimas
recuperamos pasados

ocasos de invierno
contigo
reencarnan
antiguas primaveras

A la busqueda incesante


A la búsqueda incesante

Cresta de la ola.
Caes con vértigo feroz
en playas anónimas
de atardeceres calmos.
Mueres mar en la orilla,
y a tu antojo
te desperezas,
te desatas fuerte,
te contraes,
te esfumas.
Llevas a tu encuentro
pasados que no fueron,
crepúsculos de luz mortecina
que alumbraron lujuriosos placeres
y enardecieron profundos dolores.
Cresta de la ola
de este río como mar...
Hoy caes con vértigo
en mi playa.
Estás buscando
más que nunca,
empecinada,
quebrarte en mis pies,
igual que aquel
que quiso morir
por un amor prohibido.
Y buscas tus playas.
Y él busca las suyas.
Persistes en tu loca tenacidad
igual que aquel,
que aún hoy
sigue buscando.
Espera. Insiste.
Quizás, algún día,
puedan morir
los dos,
junto a la orilla,
cuando yo esté contigo.

Poeta


(para Juan José Mestre)


Se deslizan cada día
ante mis ojos,
sus voces.
Caen cual cascadas:
tristes, fuertes, tiernas.
Siempre hermosas.
Ellas cantan sublimes
algunas melodías
de lejanos amores,
e inmediatas nostalgias.
Llega hasta mí aquel rumor,
puro y pleno
como su alma.
Él ha sido mi júbilo de hoy,
y ha espantado de mi esencia
a los espectros.
Todopoderoso en palabras,
amigo mío, poeta.

Somos dos somos uno


Solos tú y yo.
El asfalto destila silenciosos negros.
Presiento tu proximidad.
Suena un bolero que incita al abrazo.
Te acercas más.
Tus brazos, hechos para el amor,
toman mi cintura,
me aprietan contra tu cuerpo.
Buscas mi cuello con tus labios.
Me recorres.
Te recorro.
Sumisos, irracionales,
nos vamos entregando
poco a poco,
parte a parte.
Nuestros cuerpos se quiebran.
Desatada y mordaz
la pasión nos envuelve entre palabras y besos.
En la cúspide de los sentidos
somos dos, somos uno.
Nos pertenecemos.
Nuestros cuerpos palomas,
únicos,
vuelan desatados.
Renacemos en nosotros.
Saciamos la sed buscada.
Desatamos placeres con furia.
Volamos, volamos...
De un golpe, el silencio.
Seguimos abrazados.
Estamos en paz.