Venían sombras, animales húmedos que res-
piraban cerca de su rostro. Vio la grasa ful-
gir en las lavandas y la dulzura negra en las
bodegas terrestres.
Era la festividad: luz y azafrán en las coci-
nas blancas; lejos, bajo guirnaldas polvo-
rientas, rostros en la tristeza del carburo,
y su gemido entre los restos de la música.
Volver a Antonio Gamoneda